El investigador Aagaard de Dinamarca descubrió en el año 1967 que la utilización de propóleo en forma de infusión hizo que se le fuera un gran dolor de garganta y fiebre en unas 6 horas.
Eso lo llevó a nuevas investigaciones en relación a esta sustancia.
Hoy día se recomienda realizar gargarismos con el contenido de tres ampollas de propóleos en un vaso de agua para curar una infección en la garganta.
También ayuda en el caso de gastritis o úlceras, ya que el propóleo lucha contra el Helicobacter Piloty y disminuye la secreción ácida del estómago.
El efecto antibiótico del propóleo se refuerza por el inmunomodulador, disminuyendo la aparición de recaídas.